miércoles, 5 de noviembre de 2014

2/21

Tengo poquitas ganas de escribir. 
Estoy leyendo. Tiene tanto que no leo, que nisiquiera me acuerdo cuándo o qué fue lo último que intenté leer. Y leo porque dijeron que ayudaría, ya que situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
No lo digo yo, lo dijo Martha Sánchez y así estoy yo: desesperada.
Me desespera no daber qué hacer, no saber qué decir o cómo actuar.
Como sólo son 21 días me quiero convencer que ya llevo la tercera parte de gane.
Creo que estoy enojada, creo que estoy triste y también creo que estoy aterrizada. Hoy, en el balance, fue un día bueno; aunque pensé mucho en ti. Mucho.
Hoy tampoco tuve claridad de los costos, de las cosas malas; pero sí tuve recuerdos muy claros de algo feo: la decadencia. 
La decandencia que empezó con la costumbre, con un exceso de seguridad que se convirtió en indiferencia, indifererencia que te llevó a buscar.
Hoy también te extraño.
No estoy segura de tenerte resentimiento, no creo odiarte, pienso que no estoy enojada contigo.
Me equivoqué. Yo soy la única responsable de cómo se dieron las cosas porque yo tengo el control de mí, de mis acciones, de mis palabras y de mi conportamiento. 
Me equivoqué. Pensé que estabámos seguros, que estábamos juntos, que éramos siempre, y ¿qué crees? Ni seguros, ni juntos, ni siempre.
Hoy también estoy pensando en ti.

Please forgive me, I never meant to hurt you.
The Golden Path. The chemical brothers / 2003

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