Era el año 2000 y ahí estaba él, recargado en la pared junto a la cafe, con un pie arriba y el cabello teñido, con un corte de pelo irregular y un rostro espectacular. No podía dejar de verlo, no podía dejar de babear cada vez que lo veía pasar, o posar.
Para nadie es un secreto que es un mega wapo, que varias chicas estaban tras esos huesitos (literal), que con ese rostro puede hacerse lo que le plazca en la cabeza, que el look de pandillero le iba exageradamente bien, y que esa boquita parada de labios delineados, con los dientes frontales ligeramente inclinados hacia adentro, le daban un no sé qué que qué sé yo que nos traía muertas.
Estudiaba comunicación, desconozco si con un promedio sobresaliente o no, pero iba un par de semestres arriba de mí.
Cuando en 5º semestre, el turno era ahora vespertino, lo veía más, en la pose afuera de la cafe, en la cafe, en las canchas, en los pasillos, y seguía babeando y sonriendo.
No recuerdo bien cómo le empecé a hablar, quién nos presentó (bendito!) ni en qué momento.
Por supuesto había una novia, que para nada llenaba el estándar de mujer que él merecía a su lado en mi mente. Por supuesto omitiré el nombre. Ella era pequeña, delgada, con linda figura y casi siempre vestía de blanco. Era arreglada, piel blanca con cabello quebrado, obscuro y largo. Más tarde, mucho más tarde, me dí cuenta que ese era el estándar a seguir.
Mis amigas y yo nos la comíamos viva, y una de ellas decía que siempre usaba ese peinado porque era orejona, así que malvadamente, nos referíamos a ella como "La orejona". La orejona, con todo y que era orejona, seguía siendo la novia, y lo paseaba muy de la mano por toda la escuela, obviamente orgullosa del trofeo. Mi amiga también lo llamaba a él "El mismísimo Dios de la sensualidad" y nos referíamos a él como asquerosamente sexy.
Yo ya hacía millones de horas beca en las oficinas de RP de la Universidad, así que pasaba todo el día en la escuela. Tenía una jefa que era buena onda, y Mr. B. ocasionalmente me pasaba a saludar a mi ofis, cuando pasaba a saludar a la jefa, ya que ella y los padres de él eran del mismo pueblo en Aguascalientes.
Se graduó, fue su ceremonia de titulación y vi a sus padres y hermanos. Uno de sus hermanos ya estudiaba en la Universidad, y el más pequeño estaba por entrar. Ambos eran bastante bien parecidos, por lo que los llamabamos los Embajadores de la sensualidad.
Al fin me invitó a salir, su sonrisa era como un sueño, me derretía cada vez que lo veía, fuimos al cine en pabellón polanco y nos dimos unos besos. En otra ocasión fuimos como escuincles a comprar una paleta a la San Rafael y nos sentamos a platicar en la banquita.
Mi mamá siempre lo ha considerado apuesto y dice que le gusta que lo vean porque es muy wapo, y las mamos siempre lo saben todo.
Yo tenía un novio, pero Mr.B me seguía buscando y gustando, me daba obsequios y me traía souvenirs de sus viajes; pero había algo en él que no me terminaba de convencer, por alguna razón no podía confiar el él y no le creía. Un día me negué a bajar a verlo y mandé a mi hermana a recibir su obsequio: ropa interior.
Mr. B se fue a la ciudad de los rascacielos, yo terminé con mi novio y lo llamaba ocasionalmente. Quería estar con él y quería que fuera mi novio oficial, le hablé de exclusividad y...sorpresivamente para mí, me dijo que no, que él iba a volver a México para estar...sí! con la orejona. Ni modo, perdí.
Más tarde, un par de años, un par de novios y un par de malos momentos después, retomamos el contacto, e hicimos contacto. No me gustó, era el 3º y me super decepcionó. Las chicas decían que había que darle otra oportunidad, pero no me interesaba, como el mismísimo Dios de la sensualidad tenía mala cama! era un castigo divino, no había más que hacer ahí.
Ocasionalmente hablábamos por teléfono y un par de veces nos vimos para comer cerca de mi trabajo. Él trabajaba con sus papás y tenía una van blanca. A veces pasaba a mi casa y nos besábamos en la van.
Me parece que ahí iniciaron los encuentros fortuitos.
Él puso un negocio, que yo visitaba, a veces sola, a veces con amigas, a veces con una amiga. Tuvo una novia con cabello rojo, que según se me informaba, lo traía cortito y no era de DF. No me importaba, había mejorado con mucho su desempeño, y nos seguíamos gustando, así que lo seguía frecuentando.
Se fue a vivir solo, creció el negocio y se empezó a hacer de cierta fama, me sigue gustando y lo sigo viendo.
Más de una vez le dije que no somos amigos, más de una vez creí que me estaba enamorando, más de una vez le sufrí. Más de una vez le llamé para que fuera a mi rescate...y fue. Más de una vez le llamé en llanto...y me consoló. Más de una vez lo he buscado en depresión...y me alienta. Más de una vez le he dicho cosas no muy buenas, le he hasta reclamado...y me explica.
Ha estado presente por y en muchas cosas, desde las idas al cine en domingos y lunes a las 11 pm, en la Estatua de la Libertidad arriba de mi tele, en las llamadas para "vernos", en las idas a comer donde siempre pide lo mismo, en las hamburguesas para llevar, en la cama sin almohadas, en las risas viendo Family Guy, en los tragos gratis, en los conciertos cuando lo veo con otra y siento que se me revuelve el estómago, en millones de comentarios y referencias, en lo que soy hoy y en lo que era ayer.
Mr.B es una gran gran parte de mi vida y no sé como van a ser las cosas cuando él ya no esté, cuando la mujer de su vida aparezca, cuando la que sí lo llene llegue, cuando decida probar suerte en otra ciudad, cuando se vaya, cuando me olvide.
Hoy Mr.B es mi conciencia, un poco mi fan, a veces mi inspiración y referencia, mi desestrés, mi desahogo, en este momento mi
sonrisa estúpida, mi cuate, mi compañero, mi date por excelencia en las pelis dominicales, mi refugio del tránsito de la ciudad, mi cerveza en miércoles, mi némesis con sus ronquidos y hoy sí, mi amigo.